‘La escritura es un trabajo a dos cerebros’: Alejandro Morellón

El español, ganador del Premio de Cuento Gabriel García Márquez, revela las claves de su escritura.

El español Alejandro Morellón Mariano es autor de varios textos y también del libro de relatos ‘La noche en que caemos’.
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Claudia Rubio / EL TIEMPO
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Por: Carlos Restrepo

05 de noviembre 2017 , 02:06 a.m.
El escritor español Alejandro Morellón Mariano cuenta que cuando tenía ocho años, en lugar de jugar a los carros, él tenía un entretenimiento un poco extraño, que llevó incluso a su mamá a pensar que “era autista”.

Morellón solía descolgar un espejo grande que había en su casa y lo ponía en su pecho en dirección al techo. “Caminaba mirando el espejo y hacía como si estuviera andando por el techo, sorteando las lámparas; y mi juego era caminar como si fuera Spiderman”, dice.
Varios años después, al recordar esta imagen de la infancia, Morellón comenzó a escribir el cuento ‘El estado natural de las cosas’, que le da el título al libro con el que ganó esta semana la cuarta edición del Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez, organizado por el Ministerio de Cultura y la Biblioteca Nacional de Colombia.

Se trata de siete relatos literarios, cuyos protagonistas transitan la delicada línea de “la fantasía y la violencia de lo cotidiano”. “Los lectores se van a encontrar con unos personajes que juegan a distorsionar la realidad y a explicarla desde un enfoque de realismo mágico. Allí se intenta abordar problemas reales, en un juego de espejos entre lo real y lo ficticio, para explicar problemáticas que me interesaban”, anota el autor madrileño.

El extraño universo de Morellón se le presenta al lector con un conjunto de personajes insólitos: una persona que entierra un testículo en un cementerio de Almudena, un esposo que termina viviendo en el techo de su casa y un hombre que vende su mano izquierda a cambio de euros. Además, un pueblo que espera con ansia la llegada de un huracán y una mujer que ríe sin pausa mientras disturbios sociales acaban con su ciudad.

En su acta, el jurado conformado por los escritores Roberto Burgos Cantor (Colombia), Vlady Kociancich (Argentina), Alberto Manguel (Argentina), Anne McLean (Canadá) y Vicente Molina Foix (España) destacó “esa atmósfera de un peligro inminente que no acaba de revelarse, que acecha y no se resuelve”.
Al referirse a cómo opera en su escritura ese juego de tensión literaria y misterio, Morellón dice que se trata de un diálogo que se establece entre el escritor y el lector.

“Lo principal a la hora de escribir un cuento es que no tienes que contarlo por entero. Le tienes que dar un margen de imaginario al lector. He intentado construir ficciones que no se cierran por sí mismas, sino que las tiene que resolver el lector. Si bien la escritura es un acto solitario, conlleva una acción-reacción, un trabajo a dos cerebros, en el que tú escribes una historia y el lector la construye”.

Y junto con el misterio, los relatos del también finalista del Premio Nadal 2015, con su novela ‘Y he aquí un caballo blanco’, están impregnados de una violencia. “Estamos, a nuestro pesar, rodeados de violencia; y quieras o no es algo que la persona vive y de lo que el escritor no puede desligarse. La ficción sí que se encarga de camuflar ese tipo de violencia para producirlo en otro tipo de violencia más narrativa”.
Lo principal a la hora de escribir un cuento es que no tienes que contarlo por entero. Le tienes que dar un margen de imaginario al lector
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Sobre sus inicios en la escritura, el autor recuerda que lo hizo a los diez años con una máquina de escribir que le regalaron sus padres. “Recuerdo que lo primero que escribí fue una carta a los Reyes Magos que decía: ‘Mi hermano quiere unos patines, yo en cambio quiero la paz mundial’”, comenta con una sonrisa burlona.

Aunque nació en Madrid en 1985, Morellón creció y se educó en Palma de Mallorca, ubicada en la parte occidental del mar Mediterráneo. Esa influencia le aportó un sentimiento que él define como “antipatriótico”, y que se refleja en sus cuentos, en la carencia de lugares reales.

Al hablar, precisamente, del encanto del cuento como género, 
el escritor se declara sorprendido por esa capacidad que tiene para “ofrecer un golpe que te machaca” como lector. “Para mí, el cuento tiene una herramienta fundamental a la hora de leerlo y es que ofrece una inmediatez y una contundencia que justamente tienen que llegar al corazón del lector. Una novela se permite muchos más altibajos y más extensión. En cambio, el cuento tiene que ir directo a la raíz”.

Aunque se declara un poco distante de la situación política por la que atraviesa en estos momentos España, Morellón se atreve a opinar que “la acción policial ha sido un error y que el Gobierno está siendo poco competente”.

Antes de ganar este premio, que le otorga una bolsa de 100.000 dólares (unos 300 millones de pesos), 
el escritor español confesó que andaba a la caza de un puesto en alguna librería de Madrid.

“Es una suma de dinero que todavía no he llegado a asimilar. Pero sí que es cierto que buscaba trabajo de librero porque es una profesión que me gusta mucho. Si no fuera escritor, sería librero, porque disfruto recomendando libros que me emocionan”, comenta.

Al dar las gracias ante el público asistente al teatro Colón de Bogotá, el pasado miércoles, el escritor incluyó también, de manera especial, el nombre de nuestro nobel de literatura.

“Yo leía a Gabo desde pequeñito y me gustó justamente el juego entre la ficción y la realidad. Y la facilidad que tenía él de elaborar unos personajes con una dimensión onírica tan abrumadora y la forma de estructurar las novelas para que todos los personajes tuvieran una importancia vital, a la hora de cómo se desarrollara el final de estas”, comenta. “Gabo para mí fue un primer mentor de aquello que se llamó realismo mágico”.
Yo leía a Gabo desde pequeñito y me gustó justamente el juego entre la ficción y la realidad
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Acta del jurado sobre la obra de Morellón
“Su tono es convincente, ocurrente y eficazmente irónico. La metáfora que reside en sus argumentos fantásticos refleja con gran exactitud nuestras preocupaciones cotidianas; los conflictos de pareja se concretizan en la división física de la arquitectura de una casa; la tragedia de la pobreza cotidiana en nuestras sociedades está contada en la tragicomedia de un hombre que decide vender su mano izquierda; las catástrofes naturales tan presentes en nuestra época se enfrentan no como tragedias ni dando lugar a la resignación, sino creando rituales que divinizan, por ejemplo, a un huracán, con ofrendas humanas”.
Recuperado de :
CARLOS RESTREPO
Cultura EL TIEMPO
@Restrebooks

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